sábado, enero 14, 2006

Belén

Por lo visto ayer hicieron en La Dos la película "En el mundo a cada rato". Realizada en colaboración con Unicef son cinco historias sobre la infancia en distintos lugares del mundo. Como denominador común tienen la realidad, la explotación, las sonrisas que existen en cualquier rincón aunque a primera vista sólo hubiese lugar para la pena.

No la he visto entera, solo vi tres de las cinco historias, que no urgan en lo fácil, en la viscera emocional que arranca lágrimas como puños desde la culpa, sólo cuentan una historia sin actores profesionales. No llegan a la intensidad que puede parecer a primera vista, ni son un documental. Quizás habría preferido algo más mordaz, aunque creo que se hizo para que hasta un niño pudiese verla, y eso hay que reconocerlo que para un rato pueden haberlo conseguido.

En cualquier caso lo que más me interesaba es la historia que transcurre en Belén, un barrio de la ciudad de Iquitos, la capital de la amazonía Peruana. Belén, la Venecia del Amazonas le llaman con ironía. Sus casas están plantadas sobre pilotes de madera que las elevan tres metros sobre las calles. Durante la época seca, en la que el río baja dejando a la vista la tierra desnuda y en algunos sitios empedrada. El resto del año el agua llega hasta las casas y la vida se hace en canoas. Muy pintoresco, sí. Pero has de ser muy pobre para vivir donde nadie viviría.

El corazón del barrio de Belén es el Mercado que lleva el mismo nombre, no se si el más importante de la ciudad pero sin duda el más interesante. Centenares de puestecitos donde puedes encontrar carne, pescado, hiervas, plantas, mejunges, ropa, libros, libretas, y todo lo que puedas imaginar o que alguien pueda comprar, incluso más de lo que puedas creer. Allí vi como vendían piedras, grandes piedras que traen de la sierra porque en el Amazonas no hay piedras así con las que afilar los machetes. Pasear por sus callejuelas resulta toda una experiencia. Ruido, gritos, empujones, prisas, ofertas, imágenes inimaginables, pero sobretodo recuerdo los olores.

Patxi, el gran Patxi al que tanto debemos y del que tan buen recuerdo guardamos, nos llevó hasta el final del barrio, hasta donde dicen que estaba el puerto, pero sólo veíamos basura. Las aguas grises y estancadas en los más variopintos recodos, un puesto que ofrecía el menú del día a dos soles (medio euro), quince chavales viendo la televisión amontonados en el portal de una casa, la ropa tendida sobre los tejados de chamizo o de uralita. Maderas negras, y ese barrillo gris que lo cubría todo y del que no querías saber la procedencia. Y los olores.

Se que ese olor lo tengo gravado a fuego en la memoria, aunque por suerte no lo puedo recordar. Si algún día huelo algo parecido se que volaré hasta Belén, como por arte de magia. Casi de la misma forma que volé cuando vi la historia de "en el mundo a cada rato". Allí podreis ver un atisbo de lo que es Belén. De lo que es alguna de su gente que querría aprender, que querría no tener que trabajar y poder ir a la escuela como deberían hacer todos los niños de diez años. Oireis como la inocencia de una niña vale cinco soles, oireis como hay gente buena y mala en todas partes.


No os contaré con que sensaciones volví de aquellas tierras. Perú es el mundo del revés. No le pidas una explicación, es absurdo. Lo que me aterroriza es no poder saber si es un reflejo de pasado o del futuro.

Oyendo "One", versionado por Johnny Cage.


Tengo ganas de ver la película, me intriga este hombre desde que escuché "Hurt", que me estremece.

Las fotos son del "puerto" de Belén y de un puesto del mercado. Fijaos debajo de la mesa en primer plano.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Otra vez la Promebiosis... puse un post de ismael serrano sobre la ciudad de los muertos, el cairo... Bueno, parecido a lo tuyo, una terrible situación para los niños y para todos los que tienen la mala suerte de nacer ahí o en zonas similares. Otra prueba máa de lo mal repartido que está el mundo..
La niñez al menos deberia estar "protegida" y salvaguardada de alguna forma.

Prometeo dijo...

Medea; esto de la promebiosis y la medebiosis habrá que estudiarlo. Ya es casualidad.
Los niños deberían estar protegidos, pero en todos sitios. A veces no nos damos cuenta de que la "protección" que les ofrecemos a los niños aquí es del todo absurda.

Horacio; no creo que se trate de sentirse culpables. Supongo que es nuestra herencia judeo-cristiana que nos lleva a lidiar con la culpa como forma de librarnos de la acción. Es decir, nos sabe muy mal pero no hacemos nada, como si en la pena estuviese la penitencia y esta diese el perdón. No podemos valorar lo que no conocemos, lo que no hemos vivido.
Por eso hay que conocer y vivir. Estos reyes veía a los pequeños de la familia abrir regalos por doquier. Mientras piensas en los niños que te pedían unas zapatillas pq estaban descalzos.
La verdad es que no estoy en situación de dar demasiados juicios de valor ni opiniones. Ni nosotros somos mejores ni ellos peores. Todas las personas somos esencialmente iguales, con las mismas inquietudes, preocupaciones similares. Y los tópicos son muy peligrosos. Como la imagen del viaje catártico que le cambia la vida a uno. Pocas veces es así.

Te diré que vi mucho egoismo, y que seguramente esperas encontrar más humanidad cálida y receptiva. Notas como los vínculos comerciales y económicos llenan el espacio en el que esperabas encontrar vínculos sociales. Unos dirán que el vil metal lo corrompe todo, otros que es la via para el progreso. El ser humano es esencialmente egoista, y la solidaridad se aprende, se comparte, no surge de la nada. Allí ves como las personas pueden hacer mucho. Una sola persona puede conseguir mucho porque depende más de voluntades que de recursos. Da la impresión que necesiten iniciativas. Son como electrones que dan vueltas sin ton ni son, esperando que alguien les indique por donde va la corriente. Pero al mismo tiempo da la impresión de todo lo contrario y de que no hay cambio posible.

Volví y reconozco que estuve tentado de quedarme a perseguir un sueño. Elegí otro. Al llegar simplemente ves las cosas tal como son, tal como han sido siempre. No cambian. Lo que cambia es tu perspectiva. Yo personalmente encontré una distancia infinita entre la gente. Veía a gente hablando y parecían islas separadas por kilómetros. Se acompañaban, no se fundían, y todo el mundo llevaba esa coraza que deja el alma a varios palmos por debajo. Lo vi y me causó una gran tristeza. Vi la gran soledad a la que estamos condenados en este primer mundo, en el que vales tanto como tu cuenta corriente, cuando lo que realmente no tiene precio son las relaciones humanas. Aquí todavía lo encontrarás, lo encontrarás en cualquier sitio del mundo. En las familias unidas, en la amistad sincera, en cualquier persona con corazón. Tenemos todo a la vuelta de la esquina, lo bueno y lo malo.

En el orden cósmico somos insignificantes.

Te animo a que vayas, a que lo vivas. No será ninguna experiencia reveladora seguramente. Pero a medida que pase el tiempo verás la auténtica importancia del viaje. Si necesitas cualquier cosa con la que pueda echarte un cable no dudes en decirmelo!