Libros y libros en las estanterías. Títulos que no dicen nada, colores chillones para historias innecesarias, letras gigantes, y autores con egos inflamados.
Y en medio de todos esos libros a los que solo les faltaba las luces de neón había un libro sencillo, de tapas rojas, encuadernado como un clásico, y visiblemente gastado por el paso del tiempo. Estaba ahí perdido entre las montañas de libros, pasando inadvertido, sin que nadie le hiciese caso, como una rareza, o quien sabe si un tesoro. Por eso no pudo evitar cogerlo y echarle un vistazo.
Era una historia sencilla, sin excesivas pretensiones. No era ninguna novela grandilocuente, sólo era la historia de alguien bastante normal que resultaba extrañamente familiar. Pero esa misma sencillez tenía algo mágico, cálido y personal que hacía que sintiese una fascinante conexión con las vivencias del personaje, que empezaban en su más tierna infancia, avanzando paso a paso por su vida.
Saltando de capítulo en capítulo el personaje iba creciendo al mismo tiempo que empezabas a sentir una extraña sensación. Esa historia sin importancia no era una historia cualquiera. Pasabas las páginas cada vez más deprisa, con miedo a que tu intuición fuese cierta. Leías párrafos sueltos y con cada palabra se reafirmaba el augurio.
Ese libro era sobre tí, era tu vida, eras tú.
Un escalofrío congeló tu cuerpo cuando llegaste por azar al párrafo en el que estabas en esa misma librería. No pudiste seguir leyendo. El vértigo te paralizaba. Trataste de encontrar alguna explicación pero sabías que no la tenía. El libro continuaba, estaba todo escrito, lo cual hacía que lejos de ser algo curioso resultaba casi amenazador. Volviste a las primeras páginas y las miraste sin leerlas, tratando de calcular, de entrever el que hacer. Entonces un impulso te empujó a saltar a la última página y echar un vistazo nervioso. Sólo acertaste a leer "FIN" y cerraste el libro de golpe. Era todo cuando necesitabas saber, aunque mil preguntas hervían en tu cabeza mientras mirabas las tapas rojas del libro y lo sopesabas entre las manos.
(Para Silvia, que ha encontrado la felicidad, o quizás la felicidad le ha encontrado a ella)
3 comentarios:
FIN... curioso final... espero que me expliques como acababa jejeje. Ahora que he encontrado ""la felicidad"" (como tu dices) te agradezco todos los momentos que has pasado aguantandome y todos los discursos que has tenido que darme para se me pasaran las rayadas. Muchas gracias por todo cielo, y sigue asi, que eres genial! bsoss
De nada Silvi, ha sido, es y será un placer :-) Lo creas o no tú siempre me has dado esperanza y eso no tiene precio. Lo bueno de haber conocido los infiernos es que al probar el cielo este es más dulce. Y tú repartes alas con tus sonrisas :-) Disfruta esta etapa preciosa a tope, y luego me lo cuentas :-P
Con un libro así en las manos me pregunto si lo leería para ver que depara el futuro. Tentador... pero si ya está escrito, de que vale adivinarlo? Da vértigo.
Lucas, unos dicen que es dios, pero en cualquier caso la felicidad siempre depende más de como vivimos las cosas, en lugar de en qué cosas vivimos. Así que a la felicidad en ocasiones no hay que buscarla, sino darle la oportunidad. Todo llega, siempre. :-)
“Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.”
Jean Paul Sartre
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