domingo, marzo 29, 2009

Misha

Estabas esperando en la puerta de casa cuando llegué a las tres de la mañana. Tenía que haberme sorprendido, pero lo cierto es que me alegré al volver a verte. Mimosa me pediste entrar conmigo. Los dos sabiamos porque estabas ahí, y ninguno digimos nada. No hacia falta.

Rehuyes mi mirada mientras paseabas la tuya por el salón, quizás familiarizándote con los recuerdos de la última ocasión, o quizás simplemente ganabas tiempo con el que cubrir tu silencio. El mismo silencio con el que respondes a mis caricias.

Te acomodas mientras mis dedos se pasean entre tu pelo. El tiempo se detiene para convertirse en un paramo de tranquilidad, un edén donde solo estamos los dos.

Pronto me recuerdas a lo que habías venido y lo cierto es que no te culpo, sé que siempre consigues aquello que quieres.

Te fuiste satisfecha sin ni tan siquiera mirar atrás, dejándome con una mezcla de alivio y ponzoña por la ausencia que dejabas tras de ti. Quizás esperaba ser un poco más importante para ti de lo que ambos acordamos. Porque eso no quita para que me gustase que me necesitases durante el día y no solo en las noches que se te antoja, aunque ninguno de los dos queremos que sea verdad.

3 comentarios:

Gorka .G dijo...

Míralo siempre por el lado positivo. Podría haber llegado, llorarte las penas sobre tu hombro, hablarte sobre otros hombres e irse igual de satisfecha. Es lo malo de las amigas especiales (y al revés), que puede que un dia no quieras que sea tan solo una amiga.

PD.- En un mes te ayudo a ahogar las penas ;)

Reena dijo...

Jajajaja, hasta los gatos se aprovechan de lo weno que eres :P

flekyboy dijo...

Con ese nombre, o es un gato o es una polaca con mucha paciencia como para esperarte hasta las 3 am en la puerta de tu casa ^_^