El caso es que nada más entrar por la puerta de casa me han recibido mis dos queridos compañeros de casa y la montaña de platos que habían acumulado en la cocina. De hecho el fregadero estaba desaparecido y para encontrarlo era mejor dejarte guiar por los sentidos (y no me refiero a sólo uno). En cualquier caso fue una alegría que inmediatamente fuimos a celebrar al pub para ponernos al día, que falta hacía.
La bienvenida en el departamento de la universidad también ha sido muy agradable, y hoy les he invitado a comer jamón, lomo, queso y una tortilla de patatas (con su cebolla, como dios manda). Encantados y satisfechos (por no decir ronroneantes y todo) hemos decidido hacer un ciclo de comidas del mundo, de manera que cada viernes le toca a un país. Próxima parada Sicilia.
Yo mientras peleándome con el CV. Que coñazo.
Pero no puedo acabar este post sin mencionar a mi queridísima compañera de casa. Sí, nuestra adorada "Reina Celta", que recordareis por anécdotas como la de la aspiradora (y las que han quedado en el tintero, madre mía). Por lo que me cuentan los compañeros resulta que se ha cogido unos días de vacaciones porque el curro no le gusta, que se va a ir de vacaciones a Creta y que quiere hacerse enfermera. Cuando hablo con ella resulta que se ha peleado con una del curro (na, su jefa), que se va a las Canarias, y que quiere trabajar en algo de Belleza. Ole que ole que ole!!
Con esto confirmamos que no es que yo no la entienda, es que no la entiende ni Cristo en pantunflas. Pero esto, ya lo sospechaba.
Lo mejor de todo es esto. Primero teneis que haceros a la idea que la cocina de mi casa tiene uno de estos chismes eléctricos en el que van juntos los fogones (arriba) y el horno abajo. El caso es que se rompió el manubrio que controla el horno, de manera que cuesta dios y ayuda girarlo. Como la última vez se quedó a 200 ºC nuestra querida amiga decidió que era mejor desenchufar la cocina en cuestión. Esto en si no es una mala idea a pesar de que cuando alguien quisiera cocinar algo tenía que volver a enchufarlo e inevitablemente estaría el horno encendido a máxima potencia todo el rato.
Os juro por dios que ella no le veía ningún inconveniente a esto, y que su cara de asombro cuando su novio y yo tratamos de hacerle entender que tener el horno encendido a lo tonto era, digamos, poco inteligente, era todo un poema.
Pero bueno, este domingo hago las maletas para Suecia, para desaparecer hasta el siguiente, para llegar a Dublín, donde precisamente juegan la final de Hurling. Esto no tendría la más mínima importancia si no fuese porque Limerick ha llegado a la final por primera vez en 18 años, y se va a liar parda. Ni autobuses, ni alojamiento ni na. Así que a saber como llego, o si me quedo allí, o yo que sé.
Y dada mi última experiencia con Aterrizajes-Ryanair aprovecho para despedirme, por si acaso. Os quiero a tod@s tod@s, y a mi madre más.
Abrazos!
PD: La foto es del campo de la univesidad que tengo detrás mío en el departamento. La sombra soy yo. Y sí, el árbol es muy raro.