Por cosas de la vida el fin de semana pasado tuve la oportunidad de sufrir la campaña electoral como cualquier otro conciudadano. De la misma forma tuve la oportunidad de escuchar tres minutos del muy-esperado, sobre-valorado y seguramente innecesario debate.
Vaya por delante que, en mi opinión, tenemos todos los batuecos una especie de minusvalía cultural para los debates, la cual nos hace muy difícil tanto llevar a cabo uno como identificarlo. Por lo general confundimos la necesidad de tener argumentos, datos, y la necesidad de que todo debate ha de estar orientado a la resolución de un conflicto, no la imposición de una opinión. Pero no, para la mayoria de nosotros, culturalmente, consideramos que el debate se gana al conseguir asfixiar al contrincante por agotamiento al ignorar sus planteamientos y centrarnos sólo en nuestro discurso (y a poder ser hablando cada vez más alto).
Dicho lo cual, los tres minutos que oí fueron más que suficiente para confirmar que no podemos esperar nada más que lo que ya tenemos. Pasado. Cuatro años de reproches condensados en dos horas, ni una propuesta creible de futuro, ni un argumento de futuro. Solo pasado.
Como todos en las Batuecas, tengo claro a quien no quiero en el poder, pero no tengo nada claro quien quiero que lo tenga. Esta sensación de orfandad no la llena nadie y estoy seguro de que no soy el único.
Creo que hace falta cambiar las reglas de este juego. Hace falta listas abiertas, y compromisos electorales vinculantes. Transparencia en la financiación de los partidos, y una nueva generación de políticos. Habría que poder votar a las personas, no a los partidos. Tambien hace falta cambiar la ley electoral, porque con este método bipartidista sólo se consigue que en las elecciones se elija si giramos la tortilla o no, pero el resto siempre acabamos igual, en medio. Pero claro, a nadie le gusta tirar piedras a su propio tejado, ¿No?
Vaya por delante que, en mi opinión, tenemos todos los batuecos una especie de minusvalía cultural para los debates, la cual nos hace muy difícil tanto llevar a cabo uno como identificarlo. Por lo general confundimos la necesidad de tener argumentos, datos, y la necesidad de que todo debate ha de estar orientado a la resolución de un conflicto, no la imposición de una opinión. Pero no, para la mayoria de nosotros, culturalmente, consideramos que el debate se gana al conseguir asfixiar al contrincante por agotamiento al ignorar sus planteamientos y centrarnos sólo en nuestro discurso (y a poder ser hablando cada vez más alto).
Dicho lo cual, los tres minutos que oí fueron más que suficiente para confirmar que no podemos esperar nada más que lo que ya tenemos. Pasado. Cuatro años de reproches condensados en dos horas, ni una propuesta creible de futuro, ni un argumento de futuro. Solo pasado.
Como todos en las Batuecas, tengo claro a quien no quiero en el poder, pero no tengo nada claro quien quiero que lo tenga. Esta sensación de orfandad no la llena nadie y estoy seguro de que no soy el único.
Creo que hace falta cambiar las reglas de este juego. Hace falta listas abiertas, y compromisos electorales vinculantes. Transparencia en la financiación de los partidos, y una nueva generación de políticos. Habría que poder votar a las personas, no a los partidos. Tambien hace falta cambiar la ley electoral, porque con este método bipartidista sólo se consigue que en las elecciones se elija si giramos la tortilla o no, pero el resto siempre acabamos igual, en medio. Pero claro, a nadie le gusta tirar piedras a su propio tejado, ¿No?
2 comentarios:
Estoy de acuerdo con tu reflexión.
Y más en el último párrafo!! :)
Te gustó mi analisis simplista de la situación???
Alfred
Ahora están con el segundo debate y yo estoy aquí. No puedo. No puedo con más de lo mismo. No los puedo soportar.
Estoy de acuerdo contigo en todo lo que dices.
La política es cada vez más, "estrangular" al otro. Sin más. Por sistema. Nunca jamás reconocer lo bueno de otros partidos ni lo malo del partido propio. Mensajes cada vez más simplistas y más sectarios para "llegar" a los votantes, también cada vez más simplistas y más sectarios. Y si los mensajes son verdades manipuladas o simplemente mentiras no pasa nada. Parece que impera el "todo vale".
Cuando además los políticos son, muchos de ellos, personajes algo mezquinos y mediocres, tenemos lo que tenemos.
No digo que sean todos, pero desde luego una gran mayoría de los políticos actuales son, creo, así.
Es una pena.
Saludos, Prometeo
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