En ocasiones voy por la calle pensando en algo que me gustaría escribir, y voy encadenando palabras que no podrían ser otras, que se llaman las unas a las otras encajando a la perfección. Pero al llegar a casa estas palabras ya no encajan, en algún momento han dejado de tener sentido, se han aburrido y ahora lejos de parecer un coro parecen un gallinero absurdo.
En esas estaba cuando volvía anoche a casa. Eran las tantas y en ese momento tenía muy claro lo que me gustaría decir. Volvía a ver las baldosas que correteaban bajo mis pies con los mismos ojos que hace tiempo y las mismas punzadas de entonces. En ese momento me planteé seriamente un par de cosas, entre las que estaba la viabilidad de este blog como espacio para expresar según que cosas personales. Aquí nunca me he cobijado bajo el paraguas del anonimato (la mayor parte de la gente de mi entorno está al tanto de mis vacaburreces), y tampoco he tratado de disimular sentimientos, aunque en más de una ocasión he preferido no expresar algunos por la misma razón.
Tenemos una responsabilidad para con los demás y por esa razón en ocasiones preferimos no expresar nuestras emociones más internas para evitar su juicio, su preocupación, su lástima, su incomprensión, o mil razones más. Me pregunto que pasaría si fuésemos perfectamente transparentes y confesaramos nuestros más intensos dolores a las personas de nuestro entorno más cercano. No se que podría pasar.
Personalmente considero que la transparencia es más beneficiosa, y que quienes se guardan todo para ellos mismos pecan incluso de egoismo, más allá de la cobardía.
Todo esto viene a santo de las últimas semanas.
Es curioso porque hay cosas que no pasan porque sí. No creo que fuese casualidad que cogiese en la biblioteca "Donde el corazón te lleve", sin tener la más mínima referencia, ni las conclusiones del viaje de Londres, ni la charla del otro día, ni la sobremesa familiar de este sábado, ni la fiesta de ayer, etc. No es casualidad de la misma manera que sorprende que ahora todo encaje con una desconcertane suavidad. Resultaba tan dificil imaginarse que todo iba a encajar, de la misma forma que no me sorprendería que dejase de hacerlo en cualquier momento.
En esas estaba cuando volvía anoche a casa. Eran las tantas y en ese momento tenía muy claro lo que me gustaría decir. Volvía a ver las baldosas que correteaban bajo mis pies con los mismos ojos que hace tiempo y las mismas punzadas de entonces. En ese momento me planteé seriamente un par de cosas, entre las que estaba la viabilidad de este blog como espacio para expresar según que cosas personales. Aquí nunca me he cobijado bajo el paraguas del anonimato (la mayor parte de la gente de mi entorno está al tanto de mis vacaburreces), y tampoco he tratado de disimular sentimientos, aunque en más de una ocasión he preferido no expresar algunos por la misma razón.
Tenemos una responsabilidad para con los demás y por esa razón en ocasiones preferimos no expresar nuestras emociones más internas para evitar su juicio, su preocupación, su lástima, su incomprensión, o mil razones más. Me pregunto que pasaría si fuésemos perfectamente transparentes y confesaramos nuestros más intensos dolores a las personas de nuestro entorno más cercano. No se que podría pasar.
Personalmente considero que la transparencia es más beneficiosa, y que quienes se guardan todo para ellos mismos pecan incluso de egoismo, más allá de la cobardía.
Todo esto viene a santo de las últimas semanas.
Es curioso porque hay cosas que no pasan porque sí. No creo que fuese casualidad que cogiese en la biblioteca "Donde el corazón te lleve", sin tener la más mínima referencia, ni las conclusiones del viaje de Londres, ni la charla del otro día, ni la sobremesa familiar de este sábado, ni la fiesta de ayer, etc. No es casualidad de la misma manera que sorprende que ahora todo encaje con una desconcertane suavidad. Resultaba tan dificil imaginarse que todo iba a encajar, de la misma forma que no me sorprendería que dejase de hacerlo en cualquier momento.
2 comentarios:
Eso de ir por la calle pensando en lo que se va a escribir en el post también me pasa con frecuencia. Se le llama adicción al Blog.
No creo que quien se lo guarda todo para si mismo sea necesariamente cobarde o egoísta, sencillamente ejerce su derecho a la intimidad. Aunque si que me parece deshonesto guardarselo todo y explotar un dia sin dar ya opción a nada.
Estoy de acuerdo con Bellosoli, por eso la mayoria de personas de mi entorno no saben de mi blog.. para eso y para poder tener una mayor libertad en expresar cosas, precisamente.. y aun asi.. cuesta..
Un besote!
PD: no, no me he perdido.. es que durante unos dias no me fue internet, y durante otros no me fue el blog...
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