Estoy de mudanza. Mudanza a un espacio donde ya he vivido, donde los recuerdos pueden volver, pero jamás serán los mismos. Donde las emociones habitaron y dejaron sus posos en mi alma. Días inolvidables, y días por llegar.
Es curioso la de cosas que se acumulan, que se guardan sin darnos cuenta. Pero ahora paso de tener una habitación grande con un gran armario a una pequeña con muchos cajones. Cambio la luz por la calidez. Creo que es una etapa que no se si empieza o acaba. ¿Quién seremos el día de mañana? ¿En quién nos habremos convertido? ¿Cuanto tiempo hace falta para vivir una vida entera? Siempre tengo más preguntas que respuestas, y es algo que me gusta. Porque las respuestas siempre pueden ser mentira, pero una pregunta nunca, así que la verdad es posible que esté ahí, en las preguntas, incluso en las que callamos.
Escucho Saeglopur de Sigur Ros y me atrapa en una espiral de emociones sin nombre que hierven gritando su silencio. Se arremolinan y luchan por salir, aunque no encuentran el camino y vuelven a la calma, esperando su oportunidad, sabiendo que llegará.
Preparo la vuelta al mundo real. Con tiempo y con calma. Me gusta la calma, incluso cuando se acaba.
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