Hablaba hoy con un compañero de trabajo que conocí apenas hace una semana. Alguien quien a primera vista pasaba más que inadvertido y que ha resultado tener una vida absolutamente fascinante. Una de estas personas que no aparenta su edad, ni su hiperactividad. Una de estas personas a las que escuchas y no puedes evitar pensar "qué estoy haciendo con mi vida?¨
Y no es porque trabaje solo 6 meses al año, y el resto los pase a caballo entre Asia y Sudamérica. Ni porque tenga dos carreras, ni porque hubiese trabajado en tu puesto pero haciendo lo que hacemos cinco al mismo tiempo. Ni por haber vivido los inicios del departamento llegando a trabajar lo indecible y plantarse cuando le ofrecieron renunciar a las vacaciones por dinero. Ni por todos los instrumentos musicales que toca, ni los deportes que practica. No.
Lo más fascinante es su mirada cuando te explica el único momento en el que tiene miedo al hacer escalada libre es al principio, cuando está a una altura que no es mortal, porque cuando lo es entonces ya no tiene de que preocuparse. Se puede relajar, y disfrutar.
Es la sinceridad y la plenitud que refleja la mirada lo que te convence que realmente es así, no tiene miedo a morir.
Su naturalidad y coherencia te desarma, y no puedes evitar plantearte qué es lo que despierta el miedo a la muerte?
La imagen que me viene a la mente es la de los pasajeros de un avión apunto de estrellarse. Me pregunto como reaccionarían, viendo que son sus últimos instantes, incapaces de cambiar el desenlace inminente. No puedo evitar imaginarme a quienes llorarian maldiciendo su suerte, repitiendose "ahora no, no, aún no, me faltan tantas cosas por hacer.¨
He de decir que es precisamente me asusta más, ese momento en el que te das cuenta que toda tu vida has estado postergando aquello que realmente querías, día tras día, confiando en un futuro sin garantías. Castrando tu presente por un futuro imaginario. Para levantar el telón y no encontrar mas que reproches.
También me imagino a otros que en esos momentos apenas podrán reaccionar, mientras que otros aceptan la situación sin más, sabiendo que han vivido su vida y se van sin reproches ni cuentas pendientes. Supongo que a estos últimos la muerte no les dará tanto miedo, ni quizás tanta rabia.
Me acuerdo entonces de Gary, otra persona fascinante, que volvía a Indonesia e India después de más de 20 años, a recorrer los mismos caminos mientras sus casi setenta años se lo permitiesen. Vivió los 60 en San Francisco, habiendo crecido en un pueblecito con un colegio de curas, y descubrió la vida. La libertad. Y la ejerció tratando de comprender como funcionaba el mundo, la gente. Así es como me dijo:
¨I cannot understand how there's people that live life without following their only obligation, that is the pursuit of happiness.¨
Y coincidimos que el amor es la única forma de alcanzar esa felicidad. Porque es cierto que sin amor (no ese amor romántico, sino el de verdad, el pleno y sincero, no como sensación ni emoción, sino como actitud) todo lo que parezca felicidad no es mas que un destello efímero. Porque sin amar lo que haces y te rodea, difícilmente puedes ser feliz. Y tan preocupados que andamos con el yo se nos olvida el resto y que estamos de prestado. Porque persiguiendo respuestas nos olvidamos que lo importante son las preguntas.
PD: Foto de Singapur
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