Los mejores regalos quizás serían poder recuperar aquellos momentos sabiendo que iban a ser los últimos. Seguramente tendrías la tentación entonces de decir unas palabras, compartiendo entre todos la certeza de que esos momentos no volverán, tratando de grabar a fuego esos instantes en la memoria compartida, como si eso los fuese a salvar del olvido. Como si pudieses hacerlos eternos.
Sin duda algo imposible.
Nada recupera esos instantes, y nada los hace eternos.
En las horas más oscuras el universo desaparece en un punto en el que se concentra todo el dolor, miedo, arrepentimiento, desesperación e incomprensión que podemos llegar a sentir. Hay quien dice que el mayor miedo llega con la amenaza, con las nubes que presagian la tormenta. Toda amenaza lleva implícita una esperanza. Y esa esperanza es nuestra condena y nuestra salvación.
La duda.
La incertidumbre intermitente. La carencia de certezas que confirmen lo que nos espera a la vuelta de la esquina. El miedo a que algo ocurra, la posibilidad de lo negativo. Eso nos nos mata.
Pero cuando esa duda desaparece, cuando la certidumbre te atenaza, entonces ¿Qué queda? ¿A caso la certeza al eliminar la duda acaba con razón del miedo? ¿Que hay que temer cuando ya no hay más posibilidades que el cuando?
Somos tan inocentes que creemos que hay algo constante en este universo, que hay construcciones que durarán para siempre, sin darnos cuenta que cada día tenemos que aportar nuestro grano de arena, nuestro aliento en alguna de las velas que empujan nuestras vidas. Porque la vida tiene la extraña costumbre de hacer sufrir a quienes más queremos sin pedirnos permiso.
Que las nubes en el horizonte os hagan disfrutar más del cielo azul sobre vuestras cabezas. Pero agárrense bien los machos, que vienen curvas.
Bendito 2008
Sin duda algo imposible.
Nada recupera esos instantes, y nada los hace eternos.
En las horas más oscuras el universo desaparece en un punto en el que se concentra todo el dolor, miedo, arrepentimiento, desesperación e incomprensión que podemos llegar a sentir. Hay quien dice que el mayor miedo llega con la amenaza, con las nubes que presagian la tormenta. Toda amenaza lleva implícita una esperanza. Y esa esperanza es nuestra condena y nuestra salvación.
La duda.
La incertidumbre intermitente. La carencia de certezas que confirmen lo que nos espera a la vuelta de la esquina. El miedo a que algo ocurra, la posibilidad de lo negativo. Eso nos nos mata.
Pero cuando esa duda desaparece, cuando la certidumbre te atenaza, entonces ¿Qué queda? ¿A caso la certeza al eliminar la duda acaba con razón del miedo? ¿Que hay que temer cuando ya no hay más posibilidades que el cuando?
Somos tan inocentes que creemos que hay algo constante en este universo, que hay construcciones que durarán para siempre, sin darnos cuenta que cada día tenemos que aportar nuestro grano de arena, nuestro aliento en alguna de las velas que empujan nuestras vidas. Porque la vida tiene la extraña costumbre de hacer sufrir a quienes más queremos sin pedirnos permiso.
Que las nubes en el horizonte os hagan disfrutar más del cielo azul sobre vuestras cabezas. Pero agárrense bien los machos, que vienen curvas.
Bendito 2008
3 comentarios:
en fin, prometeo, eso es la vida. ni mejor, ni peor, ni nada. solo irreversible.
venga, que a todo mal le sigue un bien le sigue un mal le sigue un bien... ánimos.
y besotes.
- Por que nos caemos papa?
- Para aprender a levantarnos, hijo.
(Batman returns dixit)
Gracias Prome, por tus comentarios.
Pues estoy de acuerdo con que la incertidumbre es fatal.. dadas las circumstancias.. pero yo lo que hago es ignorarla todo lo que puedo, como sino exisitera el 90% del tiempo.
Besos wapo,
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