Una semana en Bruselas, la presunta capital de Europa, la de los pueblos y la cultura. Un lugar donde todo el mundo es amable y hasta los barrenderos hablan idiomas. Donde el metro no tiene control de acceso, donde los edificios cambian de color de noche, donde los locos inventan cervezas, y los borrachos hacen botellón en la plaza.
Una ciudad que podría ser cualquiera si todos tuviésemos los mismos sueños. Una ciudad con lo bueno de París, y sin lo malo. Una ciudad donde a cualquiera pueden confundirle con Gary Neville.
Una semana magnífica, que habría sido menos si las casualidades no fuesen tal como son, que el avión estuviese lleno y aquel chico necesitase un billete para esa misma tarde. Cosas que pasan y un favor mutuo.
La buena vida no es tener más o menos, sino simplemente no tener que preocuparse demasiado. Por eso el haber podido dormir en colchonetas en una casa preciosa y entera a nuestra disposición todos estos días ha sido una pasada.
La boda ha sido fantástica, sencilla y suculenta al mismo tiempo. Sin excesos pero exquisita, siempre y cuando aceptemos fuegos artificiales como un extra aceptable.
Y creo que después de esta semana he decidido ser mala persona porque después de dar con gente tan buena han conseguido hacerme sentir mal. Así que seré malo para hacer sentir bien a los demás. ¿Qué os parece?
Una ciudad que podría ser cualquiera si todos tuviésemos los mismos sueños. Una ciudad con lo bueno de París, y sin lo malo. Una ciudad donde a cualquiera pueden confundirle con Gary Neville.
Una semana magnífica, que habría sido menos si las casualidades no fuesen tal como son, que el avión estuviese lleno y aquel chico necesitase un billete para esa misma tarde. Cosas que pasan y un favor mutuo.
La buena vida no es tener más o menos, sino simplemente no tener que preocuparse demasiado. Por eso el haber podido dormir en colchonetas en una casa preciosa y entera a nuestra disposición todos estos días ha sido una pasada.
La boda ha sido fantástica, sencilla y suculenta al mismo tiempo. Sin excesos pero exquisita, siempre y cuando aceptemos fuegos artificiales como un extra aceptable.
Y creo que después de esta semana he decidido ser mala persona porque después de dar con gente tan buena han conseguido hacerme sentir mal. Así que seré malo para hacer sentir bien a los demás. ¿Qué os parece?