miércoles, agosto 06, 2008

El Mar

Sinceramente creo que nadie puede llegar a comprender cuán ínfimos llegamos a ser en el universo hasta que no se sumerge en el mar y se descubre rodeado de peces por doquier. Centenares de pececillos transparentes, de intensos ojos negros y reflejos translúcidos. Como una nube de estrellas tintineantes. Mientras tanto el mar mece las dunas de arena bajo tus pies, y otros pececillos tratan de descubrir comida entre la arena que levantan tus pies.

Un banco compacto de mínusculos peces azul eléctrico cruzan delante tuyo como una exhalación como una burbuja de chispas. Huyen de un pez más grande que mi mano, parecido a una dorada que les persigue sin mayor convencimiento, mientras agita la mancha netgra que tiene a forma de ojo en la aleta caudal.

La fascinación que despierta todo cuanto te rodea hace que te olvides que eres un extraño en un mundo donde el agua sustituye al aire. Sales a respirar y el banco se desplaza. Si nadas les auyentas, y tú solo quieres poder quedarte con ellos, en medio de ese mar de estrellas fugaces, rodeado de destellos en tres dimensiones. Constelaciones cambiantes que parecen escribir tu destino en el mar. Un destino que no alcanzas a comprender.

Nunca había visto tantos peces. Desde la superficie nunca habrías imaginado tanta vida, ni que tantos seres diminutos pudiesen hacerte sentir tan pequeño.

Lo mejor, disfrutarlo con quien más quieres.

1 comentario:

Reena dijo...

Veo un futuro aficionado al submarinismo....