domingo, julio 06, 2008

Los deseos del hortelano

Hay que tener cuidado con lo que se desea, porque en ocasiones, te arriesgas a que se haga realidad. Y entonces te quedas con cara de tonto, pensando que se equivocan, que eso no es para ti. Que en realidad ya eras feliz deseando ser feliz con tu deseo hecho realidad, pero no haciéndolo.

Que contrariedad.

Por absurdo que parezca lo que nos echa para atrás no es el deseo en si, sino la letra pequeña que trae bajo el brazo. Toda esa serie de obligaciones y daños colaterales que no contemplabas cuando suspirabas alelado esperando el advenimiento de tus sueños.

Los deseos, al fin y al cabo, son como los perros. Antes de tenerlos no huelen, no babean, ni da pereza sacarlos de paseo. Y sí, cuando abandonas un sueño, este vaga por el mundo hasta que encuentra otro amo. Por aquellas cosas de la vida, inevitablemente ese amo acabará cruzándose contigo y entonces te dirás meditabundo: "Que gran perro era ese".

2 comentarios:

Reena dijo...

Nos gusta complicarnos la vida y no nos conformamos con lo que tenemos. Simplemente es eso.

Esther dijo...

aiss.. cuánta razón tienes Prometeo... nos pasamos días anhelando algo... esperando que suceda, pero cuando ocurre no lo queremos, nos da terror pensar que ya está aquí y no sabemos cómo hacerlo... somos así de complicados. Besitoooos