lunes, septiembre 26, 2005

Jugando con la bola de cristal

A veces es divertido imaginarse el futuro, coger las noticias y seguir el hilo que parece que las une con todo lo que está por venir.

Nos toca vivir el despertar del gigante chino y será curioso ver como cambia el mundo que nos rodea en los próximos años. La marea china ya está aquí y no solo se dedican a vender cds, dvds e intrigantes lucecitas por los bares. Cerca de mi casa hay un taller textil que trabaja por lo menos 25 horas al día (y no exagero). Si los encuentras en el cambio de turno o el descanso alucinas. Antes disimulaban pero ahora salen todos a la calle y esperan en la puerta, fumando, con semblante serio, emapando el ambiente de una sutil tensión. Pero esta es la inmigración tolerable porque no genera problemas de convivencia evidentes, aunque su capitalismo descarnado acabe con la industria local. Quizás hay futuro ofreciendo servicios a la creciente comunidad china. Quizás deberíamos tenerlo en cuenta.

Pero no se cuanto tiempo durará la ventaja china que se basa en los costes de fabricación infinitamente más bajos. Desde nuestra perspectiva es de esperar que los trabajadores chinos llegue un día que no toleren más ciertas condiciones y empiecen a exigir mejoras sociales y salariales. Supongo que eso no ocurrirá antes de diez o quince años, cuando toda una generación se haya dejado la salud y la siguiente pida más. No digo 25 años o más pq ahora todo va mucho más deprisa, pero a saber. El problema es que no nos damos cuenta que en esos diez años los chinos ya estarán imponiendo sus propios estándares tecnológicos y ahí es donde se decidirá de que lado caerá la tostada.

Y qué pasará si el precio del petroleo sube hasta hacer que el coste de transporte no compense? Supongo que eso es dificil que ocurra, siempre y cuando ya tengan las infraestructuras construidas, y se están aplicando el cuento. Sino que le pregunten al tren hasta el Tibet.

Todo esto viene al caso de la noticia que leí en elpais.es (al fin vuelve a ser gratuito) sobre la rebeldía de una provincia contra el gobierno y la autopista que proyectan, por la que han expropiado a saco tierras y tierras. Dicen que todos los abusos tienen un límite. Dicen.

Seguro que Orwell se está removiendo en la tumba con todo lo que está ocurriendo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

soy de islandia!!! yeah!
með góðri kveðju frá íslandi